Desde una nave en desuso en las instalaciones del Seminario, un grupo de ucranianos residentes en Navarra acompañados por decenas de voluntarios han recolectado a lo largo de estos días más de una tonelada de diverso material que tiene como objetivo ayudar a la población de Ucrania afectada por la guerra así como a los militares que combaten contra el ejército de Rusia.
“Recogemos sobre todo alimentos y ropa, pero ahora ya hace falta comida”, explica una de las personas que organiza la recogida, y que detalla que hasta ahora han hecho acopio para los civiles de productos de alimentación, pañales –también para adultos–, botellas termo, así como de ropa térmica de tallas grandes, botas, sacos de dormir, colchonetas, mantas térmicas, rodilleras, linternas, mochilas, calzado de seguridad o elementos de primeros auxilios para el ejército ucraniano.
De momento, “los autobuses van a Ucrania”, explican, ya que a pesar de que casi se han alcanzado los dos millones de personas refugiadas y que buscan refugio en otros lugares como Polonia, “todavía quedan muchos” escondidos en búnkeres o en sus hogares en ciudades que se han convertido en campo de batalla.
Ante la situación, estos colectivos confirman que la ciudadanía navarra ha creado “una ola de solidaridad”, acumulando “más de una tonelada de material” desde que comenzó la guerra a partir de diversos puntos en localidades como Orkoien y Zizur y cuyo destino es esta nave que funciona como un centro logístico, en el que en torno a una decena de personas por turno agrupan y clasifican las donaciones. “Mandamos un camión y una furgoneta el primer día, y este lunes viajarán dos camionetas”, indican. A partir de esta semana, la ayuda se concentra y, entre otras formas, se hace llegar “a través de una vía de contacto que se ha logrado abrir en Ucrania e inmediaciones” gracias a la red de trabajo confeccionada por varias asociaciones en el clúster “SOS Ucrania”. Además, el Gobierno de Navarra ha habilitado un centro de atención para la emergencia.
Enfocados en trabajar
Los primeros días fueron tiempo de lamento y “salían las lágrimas” de los ojos, pero ahora los ucranianos afincados en Navarra ahora están “enfocados en trabajar para ayudar” a sus compatriotas.
A pesar de que durante los primeros días podía pensarse que la guerra no iba a alargarse en el tiempo, los días van pasando y parece que el conflicto va para largo. “Los ucranianos somos gente fuerte”, explican, agradeciendo la “mucha ayuda” que se está recibiendo por parte del resto de países para resistir a la invasión y esperando “que todo salga bien” para los suyos.
Muchos han logrado huir de las refriegas, pero estos ucranianos ratifican que todavía hay gente que se resiste a dejar un lugar “en el que llevan toda la vida”, más aún cuando los hombres entre los 18 y los 60 años tienen prohibido salir del país.
“Yo tengo una prima en Lviv (Leópolis, una ciudad de 700.000 habitantes al oeste de Ucrania), tiene dos hijas pequeñas y se han quedado todos porque quieren estar juntos”, atestigua una de ellas. “Están acogiendo gente en casa, viven con miedo y está empezando a faltar comida”, asegura, destacando que “dormir es difícil” ya que además de “la tensión” en la que viven “las alarmas antibombas suenan a las 6.30 de la mañana”. “A la niña le dicen que lo que están pasando son ambulancias”, desvela apenada.
Este colectivo, que sobre todo se informa de lo que ocurre “por redes y a través de WhatsApp”, lamenta que “se están matando civiles y violando mujeres”, una situación que viven impotentes desde Pamplona pero tratando de aportar lo máximo posible para paliar los efectos de la guerra en sus vecinos.