De la peluquera de los famosos venezolanos, a cortar el pelo en Azpilagaa

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José Ramírez es un profesional de las tijeras. Cursó barbería, estudió visagismo, se curtió con los profesionales que maquillaban y peinaban a los artistas venezolanos y ya lleva 24 años cortando cabello masculino.

“Manejo las tijeras muy rápido. A la gente le admira ver tanta habilidad”, asegura José, que desde el 1 de marzo sustituye a Josu Garamendia, que durante nueve años regentó la barbería Garamendia, en la calle Río Alzania de Azpilagaña, que en breve contará nuevo nombre: La Creación.

José nació en 1974 en La Guaira, una ciudad costera a 30 kilómetros de Caracas y hace cuatro años abandonó su país. “Nos empujaron las circunstancias económicas y la inseguridad. El yerno de mi mujer llevaba seis años viviendo en Pamplona y nos convencieron”, relata José.

Primero vino su mujer, a los seis meses él y sus padres se quedaron en el país. “No era viable. Llegar aquí, sin conocer el terreno, era arriesgado. Mis padres siguen en Venezuela y me comentan que la economía sigue mal, que las cosas están peor y que cada día la vida es más cara. Uno está trabajando en Pamplona para ayudarles a ellos también”, señala José, que, tras pagar los “muchos gastos”, envía parte de sus ganancias a sus padres y a su hijo, que también reside en el extranjero. “Les ayudo con lo poco que puedo”, subraya.

José reside en San Jorge y en sus inicios iba de casa en casa cortando el pelo a domicilio. “Diseñé unas tarjetas de presentación y las repartía por los portales y las comunidades de vecinos, aunque lo que verdaderamente funciona es el boca a boca”, indica. Sin embargo, llegó la pandemia y los clientes dejaron de abrir la puerta por temor al virus. “Para mí también era un riesgo. Fue una época de muy poco trabajo”, señala.

En estos meses de parón, Ricardo, un amigo y cliente suyo, vio en internet un anuncio de la barbería Garamendia, que buscaba relevo tras nuevo años de peines y tijeras. “Ricardo me llevó en coche a la barbería, conocí a Josu y allí empezó la amistad. Le comenté que siempre había querido regentar mi propia peluquería, pero que como estábamos en pandemia prefería esperar un poco”, recuerda.

Trasvase de clientela

El 1 de marzo, José enfundó las tijeras. “Solo llevo diez días, seguimos de estreno y está yendo muy bien. Viene bastante gente porque Josu me ha ido recomendando a sus clientes, les ha hablado de mí y me ha traspasado la clientela que ha conseguido a lo largo de estos años. Le estoy muy agradecido”, se sincera.

La barbería aún luce el apellido de Josu, pero José ya tiene un nombre en mente y ha diseñado un logotipo. “Se va a llamar La Creación porque quiero crear arte dentro de la barbería. El logotipo es un hombre con una barba muy poblada y mucho cabello. Tiene el flequillo levantado y una tijera en medio del tupé”, explica.

El degradado, comenta, es el corte de pelo más demandado. “Está muy, pero que muy de moda. Me da mucho trabajo, pero me deleito, me la gozo”, bromea. En el caso de las barbas, el abanico es más amplio: completamente despoblada, rebajada y alineada, poco degradada… “En estos cuatros años, he visto renacer la moda de la barba”, asegura.