Imanol Arellano, sumido en la carrera de Criminología, acudió hace ya un par de años a Maite Piérola, quien fuera su profesora de inglés en Salesianos y madre de uno de los jóvenes a los que entrena a fútbol, en busca de ayuda académica para perfeccionar la lengua extranjera.
Así, con un café de por medio para concretar las clases particulares, profesora y alumno, ambos de Mutilva, terminaron discutiendo acerca de a dónde va a parar toda la ropa que se retira de los equipos deportivos. “Maite me preguntó por las equipaciones que los chavales como su hijo dejan de usar, y la verdad es que los clubes las acumulan sin darles ninguna salida. Fue ahí donde se nos encendió la bombilla”, narra Imanol, quien actualmente juega en tercera división en el C.D. Valle de Egüés.
De esta forma, y gracias a los contactos futbolísticos del joven de 27 años, el verano de 2020, ya dentro de la pandemia de la covid, nació la asociación Hagamos algo bonito, un proyecto a través del cual recogen balones, prendas y calzado deportivo para enviarlos a Senegal, con Iván Ocaña y Txemi Chueca como responsables de la organización junto a Maite e Imanol.
Desde su arranque, la iniciativa ha efectuado ya cuatro envíos –el último el pasado 24 de enero– a escuelas de fútbol y asociaciones culturales de Dakar y también de un pueblo pequeño llamado Missirah. Un material –la mayoría de segunda mano, pero también prendas a estrenar– valorado en unos 5.600 euros.
“De momento tenemos contacto con pequeñas escuelas de fútbol, que debe ser un deporte muy extendido en el país, y por eso nos centramos en ropa de deporte”, explica Imanol, quien no descarta incluir en los envíos “ropa de calle” si el proyecto sigue adelante.
Así, los clubes que han ofrecido donaciones hasta el momento han sido el Mutilvera, el Beti Kozkor, el C.D. Itaroa Huarte, el U.D.C. Txantrea, el Oberena, la Fundación Osasuna, la Federación Navarra de Fútbol y el C.D. Arnedo en la Rioja, además de la tienda de deportes Inter Sport Irabia.
Dakar en primera persona
Gracias a trabajar en Salesianos Pamplona, un centro educativo “con una gran vinculación con proyectos solidarios, principalmente en África”, Maite conoció a Federica Romeo, una mujer italiana que vive en la región de Casamance en Senegal y que hizo de intermediaria entre la docente y la ONG Cineastas en Acción, que desde hace 15 años trabajan en la zona desarrollando proyectos sociales como un centro social para mujeres, un taller de arreglo de bicicletas, un taller de costura o acciones en pro del turismo sostenible, entre otras cosas.
Con la ayuda de Federica desde el país africano y la colaboración de Ismaila Coly, senegalés asentado en Lekeitio (Bizkaia), Hagamos algo bonito selecciona los destinos y gestiona los envíos “gracias a la experiencia in situ de estos dos contactos para que todo vaya correctamente“, detalla Maite.
De esta manera, estos dos años de vida de la asociación han servido de aprendizaje y es que “con cada envío hemos ido modificando detalles“, cuenta Imanol. A través del método de prueba y error “ahora sabemos que las botas es mejor enviarlas atadas con cinta, porque sino es muy complicado encontrar los dos pies de un par en una caja; pedimos los balones deshinchados para que ocupen menos espacio; y también hemos cambiado las cajas de cartón de los envíos por unas de plástico, para que puedan ser reutilizados para almacenar agua”, explica.
Ahora ha llegado el turno de Imanol y Maite hagan las maletas para coger un avión rumbo a Senegal el próximo mes de abril, donde vivirán en primera persona la emoción de los niños y las niñas que se beneficiarán de la recaudación: “Ver en vídeo las sonrisas de los chavales es muy gratificante, pero no hay nada como verlo en persona y conocer quiénes son y cómo viven“, asegura Imanol.
En este sentido, a pesar de seguir al pie del cañón, los responsables de la asociación no tienen claro el futuro del proyecto y temen empezar a perder dinero. “Muy agradecidos” a la empresa Tafatrans que se encarga de transportar de forma gratuita los envíos hasta los puertos marítimos de Barcelona y Bilbao, señalan que los costes una vez en la mar son elevados.
Es por ello que ahora se encuentran en un proceso de captación de fondos a través de patrocinadores o subvenciones para así poder seguir adelante con “un proyecto detrás del cual hay mucha ilusión y puede tener una larga continuidad“, concluye Maite.